viernes, 17 de octubre de 2025

17 de Octubre – Día Internacional para la erradicación de la Pobreza

 

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible renovó el compromiso global de poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas disfruten de paz y prosperidad.
Aun así, la realidad actual muestra que más de 1.100 millones de personas viven en pobreza multidimensional, y más de la mitad son niños (PNUD-OPHI, 2024).

En España, los últimos datos del INE (2024) revelan que el 25,8 % de la población se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social (indicador AROPE), lo que equivale a más de 12 millones de personas. La carencia material y social severa alcanza al 8,3 % de la población. Según el informe El Estado de la Pobreza (EAPN, 2023), 3 de cada 10 personas en hogares con menores están en riesgo de pobreza o exclusión social.
Estos datos evidencian que la desigualdad sigue afectando especialmente a los niños, jóvenes y familias vulnerables.

La aporofobia —el rechazo y odio hacia las personas pobres— agrava aún más esta situación Además hay muchas personas sin hogar han sufrido agresiones, humillaciones e intimidaciones motivadas por prejuicios e intolerancia, y que la mayoría de estos delitos no se denuncian.

La pobreza y la desigualdad no son inevitables: son el resultado de decisiones económicas, sociales y políticas que desempoderan a los más vulnerables y vulneran sus derechos fundamentales.
Su persistencia constituye una forma de violencia silenciosa, sostenida y estructural que niega la humanidad y la igualdad de millones de personas.

La pobreza no es solo una cuestión económica.
Es un fenómeno multidimensional que implica la falta de recursos, pero también de oportunidades, educación, salud, vivienda y, sobre todo, dignidad.
Es una violación de los derechos humanos, y a la vez causa y consecuencia de otras vulneraciones.
Erradicarla no es un gesto de caridad, sino una obligación moral y social de todas las comunidades y gobiernos.

Porque la dignidad humana no se negocia.
Porque la pobreza tiene causas, y por tanto, soluciones.
Porque nadie debería ser invisibilizado ni excluido.